lunes, 26 de marzo de 2012




Hay tardes que se vuelven de ceniza

sin siquiera haber ardido.

Tiempos donde el silencio

hace crecer telarañas bajo las flores,

donde el olvido amontona las hojas.


Sólo la palabra libera pétalos con alas

que ascienden como el perfume

a saludar otro día en su caída.


Hay veces que me salpica la tristeza

y me visto de musgo,

esas tardes soy de piedra.

Habitante de un jardín

que es pequeño paraíso

donde el aire del río

siempre termina por colorear

las cuerdas de la tarde,

hasta hacerla tambalear.



Tan balear…




Desde esta isla de los molinos sin Quijote, la de los pinos perfumando cielos, te saludo.

Porque estar cerca no es ningún lugar, estar cerca tiene que ver con las palabras.

Así que hoy te llevo en mi memoria, a robar flores a la plaza del pueblo, que abre ventanitas azules como sonrisas en las paredes encaladas.

Hay tantos mirlos agitando la mañana, tantos sueños por germinar en las higueras desnudas.

Hay que ver cómo la tierra se ha quedado enrojecida, coronada de almendros!