lunes, 11 de octubre de 2010



¡Ay si salvarse fuera posible!
Creedme, yo hubiera encontrado esa cerradura
enmohecida o inconclusa
contra el fin de los días.

¿Imagináis ese cónclave de sueños
de haberlos podido despertar?

Pero no, estamos condenados
a secarnos como gotas de tiempo
que tiemblan bajo la bóveda acuosa del rocío.

Está permitido,
mientras resuene la música de la sangre,
traducirla en huella perdurable,
más allá de mi voz y tu ceguera.

3 comentarios:

norma.cirulli dijo...

... condenados a secarnos como gotas de tiempo...
Qué hermoso y qué inclemente al mismo tiempo !
Bello poema !!!

Sarco Lange dijo...

Qué alegría sumergirse nuevamente en esta hermosa bitácora.
Celebro tu regreso, aunque bien sé que nunca te fuiste.
Besotes
SL

anuar bolaños dijo...




Mujer,
las alas se me encogen al verte.

Qué decías,
cuál tormenta apagaste
al invocar mi nombre?

Tus ojos brillan
y ese brillo es
el desgajamiento del amanecer,
la llave.

Yo tengo la suerte de verte venir.
Eres como oriunda del desierto,
inmune al frío.

Te veo venir en un estruendo
y lo que suena con tu llegada
es el canto de tu sonrisa.

Acudo al encuentro,
caigo en ti.

Tus manos han agarrado
mi corazón que flotaba.



anuar iván.