Han llovido los últimos fríos
y la pródiga luz de la tarde se deshace.
Donde florecen plumas, se agitan sueños.
La memoria es un rincón del tiempo.
No hay pájaros en la hora que los recuerdos arden.
No hay andenes posibles para perder los trenes,
cuando la noche abre sus alas,
cuando ella sonríe junto al fuego
con su abanico de estrellas,
cuando el silencio late.
2 comentarios:
Cuando pasan esas cosas es mejor cerrar los ojos.
Saludos!
Y el recuerdo es un arrullo que nos prepara para asirnos con más fuerza de la vida.
Me dejas meditando Paula, un abrazo enorme.
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