Hay tardes que se vuelven de ceniza
sin siquiera haber ardido.
Tiempos donde el silencio
hace crecer telarañas bajo las flores,
donde el olvido amontona las hojas.
Sólo la palabra libera pétalos con alas
que ascienden como el perfume
a saludar otro día en su caída.
Hay veces que me salpica la tristeza
y me visto de musgo,
esas tardes soy de piedra.
Habitante de un jardín
que es pequeño paraíso
donde el aire del río
siempre termina por colorear
las cuerdas de la tarde,
hasta hacerla tambalear.
Tan balear…
1 comentario:
Hola Paula.
Esas tardes tapadas por la infausta ceniza es mejor dejarlas atrás.
Vuelve al día, al tuyo.
Publicar un comentario