viernes, 12 de diciembre de 2008


A contraluz del tiempo

Era un dolor agudo el del silencio.
Quiso acallar -también-
la sangre vocinglera,

aniquilar el cuerpo del amor.


Aquella tarde, la ausencia,

se hizo irrespirable.

El disparo inminente fue la fiebre,
la inmanente presencia del final.
Quedamos frente a frente,
despiertos...

Después, cuando el sueño refulgía
con los besos abiertos,

vi tus labios al abrigo de la voz.

Con manos de sed y letra hoy te digo:
dolor es una palabra en eclipse de silencio,
silencio es una palabra que acaba de morir,
pero la muerte no,

la muerte es ceniza y viento;

es el agujero de fuego
que nos acecha,
a contraluz del tiempo.

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