miércoles, 17 de diciembre de 2008


Lloré de soledad y de amarillo

El invierno desleía al mundo por la ventana.
Las páginas soñaban el perfume dorado,
la juventud pasada, mi enredo con el sol...

Posaba sin calor el mediodía, taciturno.
Una música apenas audible se pierde en gota de rocío.
Las voces infantiles, ajenas y cercanas,
me convocan la risa.

El canto fuerte de los que entrando en la vejez

se desposeen de las pieles usadas,
me empuja a la vida,
me arranca del tedio pertinaz.

Y sin embargo, sabes? Te esperaba.
Lloré de soledad y de amarillo.
Sigo buscando mariposas en la niebla,
me hago a un lado con mi red
por si irrumpe la poesía.

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