
A contraluz del tiempo
Era un dolor agudo el del silencio.
Quiso acallar -también-
la sangre vocinglera,
aniquilar el cuerpo del amor.
Aquella tarde, la ausencia,
se hizo irrespirable.
El disparo inminente fue la fiebre,
la inmanente presencia del final.
Quedamos frente a frente,
despiertos...
Después, cuando el sueño refulgía
con los besos abiertos,
vi tus labios al abrigo de la voz.
Con manos de sed y letra hoy te digo:
dolor es una palabra en eclipse de silencio,
silencio es una palabra que acaba de morir,
pero la muerte no,
la muerte es ceniza y viento;
es el agujero de fuego
que nos acecha,
a contraluz del tiempo.
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