jueves, 16 de octubre de 2008


Vendrá por fin tu voz

Desperté sentada en la estación
bebiendo tu silencio.
Respiré hondo,
sentí silbar el tren de lejanías
y me preguntaba...

¿Será tal vez el tiempo
que deshace la canción?
¿Vendrá por fin tu voz
llamando desde el fondo de los días?

El ciclamen ha muerto.
Sólo la sed persiste.

Primero, viví el dolor
como una autómata
comiendo tus cenizas.
Viví, con la esperanza a cuestas,
toda temblor.

Después, me fui de mí
y ya no pude
nunca más hablarte.
No quise soltar al viento nuestros amores.
El humo de tu risa
asciende todavía
las escalas luminosas de mi piel.

Amo de ti
tu cuerpo cincelado por la letra,
el tibio pentagrama de tu voz,
la música de la sangre que atestigua:
Aún hay tiempo, hagamos el amor!

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